domingo, 1 de julio de 2007

Cuentecillo (msq)

Mirando por la ventana del tren veo pasar los árboles, los pequeños cerros, los caminos y hasta el reloj de las estaciones. ¿Cómo es eso?

Porque el tren no está pegado al suelo, sino que cada punto de sus ruedas va tocando sucesivamente las vías, con un intervalo que depende

de las variadas velocidades. En conjunto, la rueda toca, pero al mismo tiempo no toca, por decirlo así.

Así quisiera que fuese mi amante, ese que ahora y desde el exterior mira fijamente la ventana de mi hogar, el que no se conforma con mi renuncia.

Pero insiste en su observatorio, como un tren parado.

Tu renuncia es nuestra -dice- , y en parte lleva algo de razón.

A pesar de ello, no quiero un amante con esa velocidad continua y prefijada. Porque a mí los silbatos me hacen soñar con el vapor, el humo y

las nubes. En cambio a él le anuncian que tiene que pararse.

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