Me valgo de tu sonrisa, cual escalera
escrupulosa, de diáfanos deleites
que me conduce al cielo.
De la tempestad de tu boca que
prodiga trémulas estrellas
titilantes y peperinas refrescando mi cuerpo.
En volutas turbulentas,
donde se pierde mi angustia,
y se sacia mi ansia
de aprendiz de gaviota.
Me valgo de tus brazos que abarcan
la circunferencia vaga de mi ausencia
y me retienen toda sin sostenerse a nada;
haciéndose eco de una voz sin sostenidos ni bemoles
- Mi gemido que no arenga-,
que las multitudes reconocen
como el desvarío obsesionado de la
enamorada que te ama a solas.
Me valgo de tus muslos plateados
como suaves montes hacia el camino de tus besos,
y hacia el desatado huracán de mi amor sin cadenas,
me valgo de tu sonrisa, cual escalera…
miércoles, 29 de agosto de 2007
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